Un hospital hasta los topes

Los usuarios y los profesionales denuncian las estrecheces de un complejo que acoge desde 1986 el centro de salud
Cangas del Narcea,
Pepe RODRÍGUEZ para la Nueva España
El Hospital Carmen y Severo Ochoa, ubicado en Cangas del Narcea y destinado a atender a la población del suroccidente asturiano, se abrió al público en 1986. Entonces, el centro de salud de Cangas se ubicó en sus entrañas de forma provisional. Hoy, 23 años después, sigue allí. Si bien ahora parece que dejará de estar allí provisionalmente pare hacerlo, quizás, de forma permanente. El plan maestro que ha puesto en marcha la Consejería de Salud para el área sanitaria II prevé ubicar el centro dentro del hospital, una vez se reorganicen los servicios.
Una vez que se ha sabido de esta intención por boca del propio consejero de Salud, Ramón Quirós, los profesionales, los usuarios y, en general, la mayoría de la población canguesa han manifestado primero su sorpresa y después su alarma. No en vano la construcción del centro de salud es un viejo proyecto que acabó estableciéndose en los terrenos públicos de La Cortina y que todo el mundo daba por hecho.
La necesidad de la construcción del nuevo equipamiento sanitario se explica cuando se comprueba el estado actual del centro de salud. El mismo se encuentra «confinado» a una esquina del hospital, como lo expresó el concejal de Sanidad del Ayuntamiento cangués, Ángel Luis Flórez Fernández. Los cangueses temen que mantener el servicio dentro del hospital conlleve que todo siga igual, es decir, con estrecheces.
El centro de salud ocupa ahora parcialmente dos plantas del Carmen y Severo Ochoa: el piso inferior carece de servicios públicos y para acceder al superior no existe ascensor alguno, por lo que los carritos de bebés o los discapacitados físicos han de rodear el hospital, entrando por la puerta de consultas externas. El propio centro no tiene salas de espera, sino un largo pasillo donde se sientan los pacientes. Las enfermeras han de compartir consulta, pues no existen huecos suficientes para todos los profesionales, y lo mismo ocurre con los pediatras, pues son tres para dos consultas.
Toda esta estructura física, anticuada y arcaica -dicen los usuarios y profesionales- da servicio a 14.941 pacientes. El hospital, por contra, ha de dar servicio a cinco concejos, por lo que el número de pacientes se dispara a los 31.920. Una de las consecuencias: la falta de espacio para aparcar. La mayoría de los días las plazas brillan por su ausencia y son muchos los que optan por estacionar en la carretera y en la rotonda de acceso.
Para rematar, el único paso de cebra para cruzar esa carretera se encuentra en un cambio de rasante con el riesgo que ello conlleva para los peatones. Las rampas de acceso son muy pronunciadas y en pleno invierno las heladas son frecuentes, por lo que el riesgo de accidentes no es pequeño.
El problema de espacio se sufre en el centro de salud, pero no lo es menos para el propio hospital, que se ve encorsetado por su presencia. Entre los profesionales existe la certeza de que, el día después de que el centro de salud se traslade, esa zona debería ser ocupada por servicios que ahora necesita a gritos el hospital.
La tercera planta del Carmen y Severo Ochoa es de hospitalización, incluyendo el servicio de diálisis. Todo ello convive con despachos de labores administrativas y camas para el descanso de la gente que está de guardia. En las zonas de hospitalización también se pueden encontrar consultas externas.
Los profesionales no se cansan de denunciar los problemas de espacio. En concreto, cuarenta médicos han firmado un manifiesto de denuncia sobre la precaria situación. Entre otras cosas, denuncian que «la cafetería pública, que también es comedor para el personal, está situada en una planta de hospitalización; la situación de laboratorios está en lugar inadecuado con problemas de espacio y climatización; la consulta de hematología tiene 4 metros cuadrados donde se atienden a 80 personas en una mañana; la unidad de reanimación está infradimensionada para las necesidades del centro, con frecuentes problemas para la cirugía programada; la sala de partos está separada del bloque quirúrgico; la biblioteca es de dimensiones ridículas y ya supuso la pérdida de fondos bibliográficos; la sala de mortuorios está contigua a las cocinas...».
Es por todo esto que la reacción ciudadana ante la posibilidad de que ahora no se haga el centro de salud en La Cortina ha sido notable. Cualquiera que se acerque por el Carmen y Severo Ochoa sabe de todos estos problemas y, a pesar del inmenso retraso, se daba por supuesto que la solución de ubicar el equipamiento en La Cortina paliaría gran parte de estos inconvenientes.
La idea de Ramón Quirós de que el plan maestro del hospital podría aconsejar una ampliación del edificio para acoger, ya de forma definitiva, el centro de salud en su seno ha soliviantado los ánimos. Está por ver qué pasa.
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