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Mucho ruido, y no sólo en la «descarga»

El nivel sonoro diario en Cangas es de 61 decibelios, lo que supera cualquier límite permitido y equipara la villa a ciudades como Avilés y Mieres

Tráfico intenso, ayer, en el cruce del Corral. 

Cangas del Narcea, Lne.es

Pepe RODRÍGUEZ

Es de sobra conocido el gusto de la población canguesa por el ruido. Y es que la mayor seña de identidad de todo el concejo es una fiesta cuyo punto álgido consiste en reventar voladores, barrenos y todo tipo de pólvora en el menor tiempo posible desafiando los límites del tímpano humano. Todos aplauden y disfrutan con la popular «descarga».

Pero no sólo hay ruido en la fiesta. Según un informe del Principado de Asturias, los niveles de contaminación acústica de Cangas del Narcea durante todo el año son equiparables a ciudades mucho más industrializadas. Y eso es algo, dicen en la villa, de lo que es imposible enorgullecerse.

El nivel sonoro medido diariamente arroja una media de 61 decibelios, que supera cualquier tipo de límite permitido por las autoridades y convierte el pueblo en una cacofonía y en un foco de contaminación. Estos niveles se equiparan con sitios como Avilés o Mieres, pero Cangas no tiene la actividad ni el tamaño de ambas ciudades.

La Coordinadora Ecologista de Asturias y la Asociación de Juristas contra el Ruido han exigido al Ayuntamiento que tome medidas contra algo que consideran de gravedad y que, normalmente, no es tomado con el rigor necesario. «Aunque parece que algo está cambiando, poco a poco, y las autoridades empiezan a tomarse en serio un problema de salud pública y se ven actuaciones penales», afirman los denunciantes.

Lo que más llama la atención del caso de Cangas es que la media se ha obtenido con muestras que apenas muestran picos ni variaciones, por lo que puede decirse que el nivel de ruido es constante y obedece a comportamientos y situaciones integradas en la rutina de la villa y, por lo tanto, más difíciles de eliminar.

Las exigencias que estas asociaciones les hacen a los gobernantes locales pasan por pedir que «aprueben una ordenanza rigurosa, que considere todas las posibles fuentes de ruido y que se adapte la reciente legislación estatal sobre la materia». Entre las posibles soluciones se encuentran el adoptar medidas referentes al plano urbanístico. Por ejemplo, proponen la ordenación del tráfico para intentar reducir el transporte privado y fomentar el público y el uso de la bicicleta, crear más zonas peatonales y tener más cuidado a la hora de programar obras, «para mitigar el ruido y el polvo que levantan». Por último, consideran que hay que «apantallar las vías con más tráfico y las industrias más ruidosas, sobre todo con arbolado, e inspeccionar las industrias y las actividades ruidosas».

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